martes, 25 de octubre de 2011

Esa pequeña gran voz interior...

Como ustedes saben, y si no hoy se enteran, su servidor anda de viaje por el viejo continente, estoy en Turin, Italia y aunque no es la primera vez que ando por estas latitudes si me pasó algo que quiero platicarles.

Resulta que en preparación a este viaje estuve consultando diversas páginas en internet para informarme entre otras cosas del clima, tipo de cambio Euro-Peso así como el número y peso de las maletas que podía traer conmigo, en donde, en este último caso no estaba muy claro las que podía traer o por lo menos yo no lo tenía muy claro ya que en todos lados se decía que solamente podía documentar una y subir una a la cabina, lo que no me convencía ya que necesitaba traer mi netbook para según yo trabajar durante el viaje.

Terminado el proceso de consulta llegue a la conclusión de que solamente podría llevar conmigo una maleta grande, no mucho ni muy pesada so pena de pagar entre 100 y 300 Euros de más por esa circunstancia, situación con la que no estaba muy conforme así que un día antes de mi vuelo hice mi única maleta que según yo, no pesaba más de los 23 kg de peso que es el límite, a la vez preparé en una más pequeña la ropa que tendría que regresar a Querétaro y que no me llevaría y por último enliste la maleta de mano, en esta última puse la tan necesitada netbook, iPod, mi libro favorito "El Profesor" de Frank McCourt, una pequeña toalla, pasaporte, boletos de avión, pasta de dientes, cepillo y desodorante así como todo el cablerío.

Ya con maletas listas me fui a dormir pensando en la maleta de mano y de repente me empezó a hablar la voz interior que me decía que no había problema, que llevará conmigo la maleta pequeña, esa en la que había metido la ropa que regresaría a Querétaro y que además pusiera en la mochila de la netbook una pijama y un cambio de ropa interior para ir más cómodo y llegar más fresco. La verdad en este momento no le hice caso y me fui a dormir.

Al día siguiente la voz interior me siguió hablando, ahora me decía que si no llevaba la maleta pequeña no tendría forma de cargar con las compras o souvenirs del viaje y que si no metía la pijama a la mochila de la netbook llegaría todo arrugado y "apestosón" a mi destino, como ustedes pueden darse cuenta la voz interior me ofreció argumentos muy fuertes para sustentar su recomendación, así que decidí hacerle caso después de casi cuatro horas de discusión, de hecho estaba a punto de salir al aeropuerto cuando empecé, de nueva cuenta, a hacer las maletas, así que cuando llegué a la Terminal 1 me acompañaban una maleta mediana de 13 kg de peso, una de mano de no más de 6 kg y la backpack con 3kg de peso, esto es, en total 22 kg de peso, uno por abajo del peso máximo para las maletas que se documentan lo que era, en caso de que no me aceptaran las tres maletas, el argumento central de la discusión que sostendría con la empleada del mostrador.

Con todo ese peso me formé en la interminable fila de la clase econòmica de Air France o chiconomy como vulgarmente se le dice.  Durante mi trayecto me puse a observar a los demás pasajeros, unos traían al igual que yo dos maletas, ninguno traía tres, eso me empezó a poner nervioso y comencé a especular sobre los posibles escenarios en caso de que no me fueran aceptadas mis tres maletas, la resolución final fue que tendría que ponerme a acomodar las cosas en la maleta mediana y que la maleta pequeña tendría que quedarse resguardada en un locker del aeropuerto, lo que no me tenía muy contento, ya que pagar dos semanas de depósito por una maleta vacía a nadie le agrada y me decía "todo por hacerle caso a tu voz interior", en fin.

Después de casi una hora de espera llegó el turno al trío de pasajeros que se encontraba justo antes de mí, una mujer de acento francés, un caballero jóven y la hermana de este, si, lo puedo afirmar era su hermana, ustedes creen que después de una hora de estar atrás de ellos no me voy a enterar de ciertas cosas, de hecho si hubiera estado más tiempo atrás de ellos me habría enterado de cuanto tiempo llevaban de novios, pero ese no es el caso, lo que importa es que desde antes venía observando el comportamiento de las empleadas del mostrador que desde lo lejos lucían implacables, como si fueran verdaderas fiscales de hierro y hasta antes de mi arribo, las tres habían obligado a varios pasajeros a reacomodar sus maletas, de hecho uno de ellos se puso bravo y en automático lo dejaron de atender y los empleados de seguridad le pidieron amablemente que se retirara, ante esas escenas su servidor entró en pánico, eso si, sin perder la compostura.

Llegó mi turno, me tocó pasar con la señorita que había tenido el problema con el bravo pasajero, la saludé y le acerque mi pasaporte que venía inserto en una cartera, ella la tomó saco el pasaporte y puso gentilmente la cartera en el mostrador "es que me estorba" me dijo a lo que yo le contesté no se preocupe es más "disculpe el inconveniente" le dije, ya que lo que menos quería era hacerla enojar, ya había observado de lo que era capaz, después ella dijo "Sr. Alcántara", yo le respondí "si, soy yo, viajo a Paris y mi destino final es..." a lo que ella me interrumpió y dijo "si, usted viaja a Turin vía Paris" y posteriormente hizo la pregunta fatal "cuantas maletas va a documentar" yo le respondí "sólo esta" al momento que la subía en la báscula y "la otra" preguntó ella, "aahhh esta" respondí yo, "si esa" dijo ella, "esta me la llevó en la mano sino hay problema" le respondí, "ahorita la pesamos y que lleva en la otra" expresó ella, "llevó mi computadora y unos artículos de aseo personal" le reviré, "algún liquido prohibido" me cuestionó, "ninguno" le contesté, ella me miró y me dijo "ponga sus maletas en la báscula", así lo hice y lo único que hizo ella fue ponerles unas cintillas con las que se autorizaba a su servidor subirlas a la cabina, momento en el que mi voz interior me decía "ya vez pendejo te lo dije" yo obvio no le hice caso y me quedé callado, pero eso si, esbocé una sonrisa de oreja a oreja.

Así las cosas, mi voz interior venía cantando victoria, al grado de que yo, harto de venirla escuchando con su "te lo dije" le cuestioné el hecho de que me hubiera hecho meter en la backpack y no en la maleta de mano, la pijama y los choninos, "de que me van a servir ahí" le dije, "ya lo verás" respondió.

Con la victoria en la mano y sobre la espalda (me refiero a las maletas) me dispuse a esperar para abordar el avión, tuve la fortuna de sentarme a lado de una familia de rusos integrada por Papá, Mamá, Abuelita, dos niñas (la más pequena era un huracán) y dos niños, pero por que les cuento esto o que tienen de interesantes los rusos, de hecho creo que nada hasta que los niños se empezaron a cambiar de ropa en plena sala de espera, de hecho fue la mamá la que los empezó a corretear para que se cambiaran y así como por arte de magia, puso su tianguis de ropa infantil en la sala de espera, yo tuve que mover mi maleta para que se instalara el departamento de ropa deportiva, la verdad todo un show que todos los que ahí estabamos observabamos de manera obligada.

Afortunadamente anunciaron que estabamos a puntode iniciar el abordaje y mi voz interior permanecía callada, seguramente andaba metida en el Duty Free.

Ya en el avión me dirijí a mi asiento, era el 45J y me encontré con otra escena, un señor de aproximadamente 60 años, que después resultó ser mi conocido, buscaba desesperadamente su pasaporte, lo había perdido, y con esa búsqueda me impedía subir mi maleta al compartimiento de carga y sentarme, de hecho revisó mi backpack, a lo que yo le dije que sólo encontraría una pijama y unos calzoncitos, mi voz interior en ese momento se carcajeó, había regresado.  Al final, el Sr. D como lo llamaremos (no lo quiero exhibir) encontró su pasaporte, su amable esposa lo había depositado en su bolsa y ella no lo recordaba, el Sr. D con justa razón casi la baja del avión, lo que no hizo gracias a que los metiches, me incluyo, le dijimos que son "cosas que pasan y que mejor disfrutara de su viaje".

Así las cosas me senté y comencé a cuestionar de nueva cuenta a mi voz interior "y la pijama apá" le decía, ella guardaba silencio y al paso de las horas veía a mi alrededor para ver si alguien también tenía una voz interior y sobre todo, lo más importante, si le había hecho caso, nada, casi todo mundo empezaba a caer en los brazos de Morfeo y todos conservaban su ropa de calle, al cabo de un rato se apagaron las luces, "ahora" me dijo mi voz interior, yo me levanté saque mi backpack y recordé que las pantuflas las había puesto en la maleta de mano, traté de sacarla, fue imposible ya que estaba completamente obstaculizada, "ya ves guey te dije que las pusieras en la backpack" volvió a cantar victoria mi voz interior "ahora te friegas y a ver como le haces" remató, me dirigi al baño y me cambié, al regresar a mi lugar una pareja me observaba, ella con una mirada tipo "no mames como no se me ocurrió" y el con una expresión de "pinche naco" obviamente a mi eso me valió pero si le reclame a mi voz interior "lo que tengo que soportar" le dije.

Ya en mi asiento, el señor D me reconfortó al decirme "yo iba a hacer lo mismo pero se me olvidó meter la pijama en la maleta de mano" yo solamente sonreí y pensé "seguramente usted no tiene una voz interior", me quedé dormido.

Un movimiento brusco del avión (bolsa de aire) me despertó, era hora de cambiarme, estaban a punto de empezar a servir el desayuno, en mi trayecto al baño observaba como empezaba a despertar los demás pasajeros, obvio todos ellos no cayeron en cuenta que yo llevaba puesta mi pijama. En el baño hice lo que tenía que hacer y salí con la misma ropa con la que abordé, un poco arrugada pero no como la del Sr. D, su camisa estaba completamente arrugada y de nueva cuenta me reconfortó al decirme "quien fuera como tú, todo bañadito y planchadito" a lo que yo le dije "es que le hice caso a mi voz interior" y de forma inmediata ella se metió en mi platica para decirme "ya vez guey, sigue haciéndome caso".

Hasta el momento este viaje ha sido exitoso, gracias, debo reconocerlo, a los sabios consejos de mi voz interior, espero que con el paso de los días todo vaya bien y sigamos en orden, la verdad no me gustaría pelearme con ella, como le haría para el regreso.

Creo que todo esto me deja una enseñanza, la cual espero ustedes también apliquen, si alguien te habla y es congruente lo que te dice, escúchalo.

Seguiremos reportando desde Turin.

No olviden dejarme sus comentarios.

Saludos.